Los amigos imaginarios pueden ser de
distinta naturaleza, como personas u objetos, peluches, monos o personajes
inventados. Y es con ellos con quienes el niño tiene un espacio para conversar,
jugar y pelear.
En general, se supone que los amigos
imaginarios tienen una función positiva para los niños en momentos en que
ellos no son capaces de expresar bien sus sentimientos. Incluso hay ocasiones
en que sus propios sentimientos negativos se los atribuyen a ellos. Por
ejemplo, para evitar un reto o castigo cuando el niño hace algo malo así que lo culpa.
Los amigos imaginarios también
surgen como respuesta a las idealizaciones e ideas positivas. Junto a estos
personajes tienen espacio para satisfacer sus anhelos y deseos, en general, en
esas instancias pueden satisfacer algunas necesidades que no tienen en su
entorno habitual.
Principalmente este fenómeno se da en niños
que son hijos únicos que conviven solos con
el mundo adulto y que no han ingresado todavía a un jardín infantil, a un
espacio de socialización.
Por lo tanto, sus amigos imaginarios
surgen para satisfacer algunas necesidades que no se les brinda en su medio.
Hay autores que también plantean que surgen debido a que el niño presenta
carencias afectivas.
Generalmente se da en niños más sensibles que
están mucho más conectados con la imaginación y con la con la fantasía.
Algunos estudios señalan que los niños
que tienen amigos imaginarios serán más creativos cuando grandes y se
acercarán al arte, a la poesía y en general, a expresiones del tipo artísticas.
Por lo mismo, se ha visto que estos niños están más alejados de tener conductas
agresivas.
En cuanto a los padres, hay que mencionar que
según estudios, cerca del 25% de ellos no se da cuenta de que sus hijos tienen
un amigo imaginario.
Entonces, el principal consejo para ellos es
que entiendan que no es algo patológico ni anormal y que deben estar cerca del
niño para acompañarlo y así saber qué es lo que necesita o qué está queriendo
compensar con su amigo imaginario.
No es bueno negarles que existe; sino que
deben incorporarlo de una manera muy sutil, cosa de no alentar al niño y que no
sea una conducta que mantenga en el tiempo.
Tienen que preguntarle en qué lo ayuda este amigo
imaginario y qué cosas hace él para que los padres sepan qué busca y qué
está expresando a través del amigo imaginario.
Katherine Agudelo.
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